sábado, 19 de marzo de 2011

¡Silencio, se ruega…!

¿Estamos comunicados en exceso? Pasamos el día recogiendo datos. Estamos sobreexpuestos a comentarios, opiniones, interpretaciones... Nos dicen infinidad de cosas. Nos informan por todos los medios posibles. A todo esto se suma el facebook, twitter… donde todos somos emisores y sobre todo receptores. Aunque muchos blogs (sobre todo el mío) tienen apenas seguidores, eso no nos impide opinar, y verter información, ruido al fin y al cabo. No sólo queremos escuchar, sino que tenemos mucho que decir. Podría ser, sin temor a equivocarme: ¿qué queremos hablar cada vez más, y escuchar cada vez menos?

El silencio es importante. Me pregunto: ¿existe el silencio por sí mismo, o es la falta de sonido? Raro ¿no? Si no estuviésemos, el silencio gobernaría, o sea que supuestamente sí existe, no es como otras cosas que se definen por la ausencia de algo. Nosotros eliminamos el silencio: ya a las seis de la mañana el camión de la basura con sus 75 decibelios. Atasco en carretera, 65. Unas obras con taladradora, 125. Música en la discoteca, 100. Cada día se soportan picos de sonido que superan con creces el límite considerado tolerable para el oído humano. La OMS considera los 50 decibelios como límite superior deseable. Una conversación alcanza los 30. El sonido en el campo, 10. Nuestro oído alcanza el umbral del dolor al escuchar 140 decibelios y un avión que está despegando genera 135. La continua exposición al ruido puede provocar problemas de salud.
La sociedad es cada vez menos permisiva con el ruido. Prueba de ello son las sentencias millonarias que ganan los ciudadanos por este motivo.
Esto del ruido me recuerda una historia que me contaron en clase hace ya unos cuantos años:
“Cada vez que lo encontraba, un vecino de casa importunaba a Albert Einstein haciéndole preguntas. Un día le dijo:
Profesor, ¿usted también ha descubierto la fórmula de la felicidad?
Claro que sí respondió el científico.
¿Me la podría decir?
Escriba: A = B + Y+ X+ S
No comprendo.
Se lo explicaré: A es la felicidad, B es el amor, Y es el trabajo y X la riqueza.
¿Y la S?
¡La S dijo Einstein suspirando, es el SILENCIO!”.

En esta sociedad “sobrecomunicada”, ansiosa por decir…, es natural que sea difícil persuadirnos de evaluar nuestras cualidades para luego con perspicaz autocrítica optar por llamarnos al silencio; aunque no por eso debiésemos dejar de aspirarlo. Lo que fácilmente podemos hacer es al menos “callar” a mucho de lo que tal vez sin darnos cuenta exponemos en exceso.

Y es cierto que el silencio tiene valor: para estudiar, para relajarse, para reflexionar, para meditar, para concentrarse… para TODO. La vida está llena de ruido que fomenta la televisión, la radio… nos hacen vivir contra reloj en un absurdo apresuramiento que nos destruye. En espera de todo, no tenemos tiempo para nada. Reflexionar es un acto fundamental de la propia existencia humana. Momentos en que te vuelves sobre ti mismo para examinar tus pensamientos y afirmarte más en los verdaderos y auténticos. Lleno de ruidos, no piensas.

Nos da miedo el silencio. Nos disgusta porque nos duele algo dentro. ¡Qué poco es el tiempo que dedicamos a escucharnos a nosotros mismos! Escuchamos música horas, hablamos... ¡Y no podemos dedicar un rato a escucharnos a nosotros mismos! ¿Qué es lo que nos pasa? Esta noche haré una noche de silencio, como una señal de reivindicación del papel que juega el silencio. Voy a escuchar el silencio.

Reflexionaré sobre un famoso y antiguo proverbio de origen hindú, que dice: “Si lo que vamos a decir no es más valioso que el silencio no deberíamos decirlo”. De la misma manera si lo que vamos a escuchar tampoco lo es, no deberíamos perder el tiempo escuchándolo. Fomentemos los silencios para pensar, y cultivar esas otras cualidades que, eventualmente, valdrá la pena contar en reemplazo de algún silencio.

P.D: Esta será la última entrada para este mes, ya que tengo exámenes a finales, así que tomaré ejemplo de las palabras que he escrito, y me dedicaré a estudiar y estudiar… En Abril volveré dando más guerra si cabe jeje. Gracias por leerme.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo. El ruido nos impide hasta escucharnos a nosotros mismos; y pienso si en ocasiones no buscaremos el ruido para evitar la relfexión.

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