jueves, 1 de marzo de 2012

FULL MONTY


Si se me permite me gustaría empezar por el final de la película y es que la gran moraleja que he podido extraer de la misma es que “el fin justifica los medios”. Esta película no trata solo de una comedia al uso como puede parecer en un principio, sino que tiene partes jocosas, melancólicas, sensibles... y sobre todo es intensamente humana.

Conmovedora y entrañable peripecia vital de un conjunto de obreros en paro, que para subsistir tomarán la impetuosa decisión de exponer sus cuerpos desnudos en un espectáculo de striptease. Pero inicialmente tendrán que vencer sus temores y timidez, para poder recobrar su orgullo, dignidad y malgastada autoestima.

A caballo entre la comedia ácida disparatada y el melodrama, “Full Monty” tiene la esencia del mejor cine inglés, trasgresor y políticamente incorrecto. Divertida y sentimental por partes iguales, “Full Monty” es capaz de divertirnos, sin perder de vista la penetrante odisea humana que atraviesan sus protagonistas. Ese entrañable pasaje de personajes con los que nos “hermanamos” y con los que, a pesar del envoltorio falso de comedia, participamos de sus problemas y los sentimos como muy nuestros.

Delicada y exquisita partida de ajedrez, donde todos los elementos de este universo encajan a la perfección de manera milimétrica. Su puesta en escena marcha con la precisión de un reloj suizo. Con una lustrosa banda sonora, de diestro y hábil uso dramático, y la impecable labor interpretativa de ese grupo de actores, encabezados por Robert Carlyle simplemente perfecto, un Mark Addy entrañable y por ese monstruo de la interpretación que es Tom Wilkinson.

Sería muy extensa la recapitulación de todas las secuencias únicas e impagables que navegan en el mar de este vitalista film, pero aún a riesgo de parecer repetitiva, quisiera destacar mis favoritas: La antológica cola del paro, el genuino portento de coreografía visual y narrativa, en agraciada simbiosis con la acompasada melodía de la Summer, y la exasperada confesión de un impagable Tom Wilkinson hacia sus camaradas, tras la fracasada entrevista de trabajo, de sublime esplendor dramático.

La sonrisa que se esboza para cubrir la calamidad, la sonrisa que se alza como estandarte para mantener a raya el vaivén de no tener un suelo firme donde apoyar los pies, o como careta para que los más pequeños a los que quieres proteger del miedo que acosa a los mayores para que no adviertan que la situación es tan grave, es una sonrisa con mérito propio sobre todo si es convincente, porque fingir un estado de ánimo que está lejos de lo que sientes realmente por dentro es condenadamente difícil. Esos obreros, no sólo tuvieron coraje para sonreír al mal tiempo, sino que además hicieron provisión de dureza para echarle un pulso a la adversidad. La necesidad agudiza los sentidos y el ingenio, y qué cierto es que el instinto de conservación es tan fuerte como para luchar con ferocidad, riéndose si hace falta de las fauces del destino.

El humor que brota de un grupo de parados que tienen familias que mantener y facturas que pagar y que para poder aguantar el golpe están dispuestos a superar el pudor y el decoro, es ese meritorio humor del bufón en horas bajas que brinda su mejor actuación cuanto más precaria es la estabilidad del suelo que pisa.

Es una cinta valerosa, con contextos hilarantes y extravagantes que dan coherencia al producto final. Nos pone a prueba en cada acto, en cada situación. Indaga en nuestros más profundos sentimientos hacia nuestros semejantes. Cuando la ves te sientes un poquito más cerca de los problemas a los que se enfrentan las personas a diario. El desempleo es y seguirá siendo un tema controvertido en la sociedad, aunque en esta película está tratado como un aspecto ineludible de la vida diaria (con rigurosidad, con algo de dramatismo, pero sin llegar a la tragedia). La película tiene momentos duros que pueden llegar a irritar al espectador. Tiene situaciones que nos arrancan risotadas imperecederas, que no se nos pasa ni estando en otro momento de la película. Si filmasen nuestros rostros mientras disfrutamos de la cinta, seguramente nos daríamos cuenta que llevamos el semblante de un enamorado, de una persona que se deja seducir por la profunda calidez de sus personajes. No hay villanos en "Full Monty", todos son personas entrañables haciendo lo imposible por sobrevivir en un mundo cruel y hermoso a la par.

Ante la desgracia del cierre de la fábrica que deja a muchos hombres en el paro, se da pie para que cada personaje busque la manera de recobrar la dignidad perdida y encontrar una salida vertiginosa para satisfacer sus necesidades. Así, la bola de nieve de la crisis se pone en marcha, y ante estómagos vacíos y rugientes, facturas sin pagar amontonadas y el posible riesgo de las custodias de los niños, sólo da lugar a medidas desesperadas. Vencer a la crisis con imaginación, con muchas ganas, y con el desnudo integral ofrecido para reunir dinero es un desafío tan desternillante como valeroso. Sus cuerpos no son esculturales, no son bailarines expertos y es sobrecogedora la vergüenza de lucirse como vinieron al mundo delante de las mujeres de la vecindad que los conocen, ya que ni una sola se perdería por nada una primicia tan insólita, descabellada, y conmovedora, que las hace sentir satisfechas y orgullosas de sus hombres, advirtiendo en ellas diversión, curiosidad y admiración por sus “luchadores”, que ponen más voluntad que belleza, que trabajan en su autoestima para vencer los obstáculos morales.

Aunque son hombres preocupados por sus familias y que poseen buena voluntad en sus actos, deciden con desesperación "darlo todo" en el sentido frívolo y superficial del exhibicionismo por dinero. Varias barreras se deben romper para dar rienda suelta a una salida hasta cierto punto estrafalaria pero que puede traer una solución parcial a las dificultades. Donde los personajes irradian simpatía, pero también los sinsabores surgidos de la situación que los lleva a hacer lo que hacen. Estos héroes reformulan sus estilos de vida para ofrecer lo mejor de ellos y brindar un concepto revalorizado de la imagen del hombre en la sociedad.

En resumen, recomendable como elección original que aborda un argumento tan entretenido como espinoso y que indudablemente nos dejará reflexionando sobre la autoestima, la desesperación y el rol del hombre en la sociedad.