viernes, 15 de enero de 2016

Bueno... ehm... Sino estoy tan mal

Lo de "no estoy tan mal" me pone los pelos de punta... Querida mía, la vida se trata de ser lo más feliz posible, de NO conformarse con lo que hay. Y es que no tener sueños,  es no tener futuro; como decía Kafka 'Al creer apasionadamente en algo que todavía no existe, lo creamos, lo inexistente es lo que no hemos deseado lo suficiente'. Pero donde se encuentra la motivación para perseguirlos???

Los que bien te quieren NO te harán llorar, te harán sonreír y ahí se encuentra esa dichosa motivación,  tan infravalorada por muchos. Y los que no te quieren?? Pues esos que te hieren te darán lecciones de vida, de sabiduría, aprendiendo de los errores para subsanarlos y no volver a repetirlos.

Cuando eso no se logra aparece la frustración, demoledora, destructiva... Y es que las personas altamente sensibles tenemos ese don que a veces abruma, desborda y hace que te sientas como en una especie de isla desierta rodeada por un océano de alfileres. La hipersensibilidad no es algo que se tenga sino que es algo que ERES. Desventajas?? Muchas y muy gordas: con poco te hacen polvo, que te entregas al 100% recibiendo poco o nada a cambio, la desolación por la falta de empatía...

Que mejor que ser auténticos, fieles a nosotros mismos, sin máscaras ni artificios, recorriendo un largo camino dónde te desprendas poco a poco de cosas que erosionan tu felicidad, como el miedo a la soledad, la inseguridad, los prejuicios, la necesidad de agradar a todos, la culpa... 

Amiga, intenta relativizar lo que los otros esperen de ti, es sólo ruido. Lo importante es tu auténtica esencia y tu integridad: LA SINCERIDAD.

Cuidame en tu presente, sino no habrá futuro y solo existirá pasado. Y es que tu no decides quién entra en tu vida, pero sí quien se queda... Asi que hoy decido que un mal momento, una discusión, una decepción, un error, un mal gesto, una "echada en cara", una mala noticia, un desaire o una crítica desafortunada van a ser nubes pasajeras que no estropearán más mis momentos. Y es que no se recuerdan los días, se recuerdan los momentos.

martes, 25 de febrero de 2014

LOLITA DE MIS DOLORES ERES NAPALM EN MIS MANOS…

No tenía pensado ver ninguna película anoche, y menos Lolita. Pero me sabía mal que mi novio no hubiese visto la película “estrella” de mi filmografía. Hace ya muchos años que leí y releí la novela de Nabokov, y puedo decir sin temor a equivocarme que habré visto este film unas 10 veces… pues bien, comencé a verla y no pude huir de la habitación. La primera escena siempre me atrapa irremediablemente. Jeremy Irons dando bandazos en ese coche siempre es demasiado para mí. Al volante de ese coche de época que zigzaguea por una carretera que no lleva a ninguna parte, mientras un revólver aún caliente se desliza en el asiento del copiloto y unos dedos ensangrentados acarician una vieja horquilla.

Vamos que me la tragué enterita por onceaba vez.

Creo que dejé de respirar en cuanto Dominique Swain salió por primera vez en escena, y cuando todo terminó, tenía un nudo en el estómago que no me dejaba dormir.

Me pasa pocas veces, pero algunas películas me dejan una sensación extraña, casi física, de “¿qué acaba de pasar delante de mis ojos?”. Quiero volver a sentir lo que sentía cuando estaba viendo esa película. Quiero que mi vida tenga una banda sonora de Morricone!!!

Esta mañana me ha dolido volver a la realidad. Siempre me pasa lo mismo, así que siento la necesidad impetuosa de escribir sobre ella, de pararme en esos pequeños detalles. Para bien o para mal ahí va mi reflexión…

La Lolita de Lyne es humana pero perversa, plagada de excesos, apasionada, que puede reducir a sus protagonistas a un estereotipo burdo y distante. Esta Lolita es tristemente una obra infravalorada, posiblemente por la polémica, sufriendo el acoso y derribo de los sectores más reaccionarios de una sociedad que no ve más allá del estereotipo de la historia de un hombre maduro y una niña de 14 años.

Es un complejo y duro retrato de una obsesión. En el continuo viaje de Humbert y Lolita vamos descubriendo las motivaciones que sienten el uno por el otro, lo que en parte les ha unido, y lo que no puede separarles. El carácter destructivo de ella y el autodestructivo de él crean una bomba que por mucho que oculten explotará dañando a todos los que alcance.

En mi opinión el uso del personaje de Quilty lo que hace es integrarlo en la historia a modo de perfil perverso de Humbret, de ahí su ensañamiento al encontrarse con él. Logra aspecto de pervertido, con esas conversaciones desde la oscuridad con Humbert, con las polillas quemándose, esas indagaciones sobre la jovencita, el momento en que la conoce y la habla como invitándola es “muy pederasta”. Humbert aparece como un personaje de moralidad confusa, de perversidad cuestionable, pero con un halo romántico y patético que hace una interpretación casi perfecta; brillante con esa mirada intensa que te da un punzón en el corazón. Actor talentoso que afronta con absoluta solvencia este rol de padrastro de la niña. Como un madurito obsesionado y ninguneado por una cría, con un conflicto entre culpa y su obsesión por ella. Sus gestos y el movimiento corporal que tiene, tan exacto, lo aleja de la imagen perversa que se podría esperar, dotando a su personaje de una ternura y vulnerabilidad estremecedora. Mientras Dominique Swain, es una mezcla de ternura y descaro, de maldad e inocencia, de preciosura y desenfado. Espíritu de ninfa perversa, felina, irascible, infantil, respondona, rebelde, muy espabilada para su edad, manipuladora, fresca, sexual, pelirroja, perfecta, triunfadora, valiente, conmovedora, despreciable, y poseedora de esa belleza triste. Por último Griffith demuestra porqué llegó a tener el nombre que tuvo, ya que su Charlotte es una auténtica cascada de matices, que consigue una incuestionable presencia en su breve papel. Siendo una mujer con carácter, difícil de soportar.

La película es acompañada por un ambiente romántico que la hace opresiva y bella. Me quedaría con multitud de escenas del film como el principio de la película, Jeremy Irons sujetando con sus dedos una horquilla como si de una criatura fascinante e inquietante se tratase; la escena de Lolita con aire de perversa nínfula sujetando un manojo de plátanos "irresistible"; el momento en que conoce por primera vez a Lolita tumbada sobre el césped del jardín, quedándose fijamente mirándola, absolutamente prendado de ella y cómo él es consciente de que en ese momento sin saber cómo su vida acaba de dar un vuelco y de que de alguna manera a partir de ahí se va a ver abocado a una zozobra emocional. Es precisamente ese primer encuentro entre ambos lo que va a marcar el desarrollo de la película. Otra escena muy cuidada es cuando están acostados. Gran idea oscurecer la escena, no sólo por no enseñar nada, sino porque es el ambiente ideal para una discusión fuerte. Y posteriormente cuando está reformada y embarazada, se ha casado y madurado, y trata a su padrastro de manera fría y distante, sin concesiones de ningún tipo, como si aparte de todo, le guardara rencor (como le dice al perro "Despídete, dile adiós a mi papa"), no quiere cuentas con Humbert, es agua pasada a pesar de que Humbert siga viéndola como su Lolita al margen de su aspecto.

Debe tenerse en cuenta que la historia perversa de la adolecente atrevida que es seducida por el marido de su madre, es un tema sumamente delicado de abordar sin morbo. Y aun así logra un film nostálgico, sutil, de belleza abrumadora, e intensa donde las haya, entremezclando un delicioso baile: el pecado, la lujuria, el amor, la desesperación...

La dulzura con la que se narra esta historia ni siquiera se acerca al empalago. Es emotiva, sincera y profunda. Su pequeña dosis de erotismo sin caer en obscenidades gratuitas la hace más irresistible aún. Esta carga erótica y de sensualidad son necesarias plasmar para llegar a entender el drama y sufrimiento en que se ve inmerso su protagonista. Cada imagen parece sacada de esos recuerdos que uno conserva de la infancia pero que se borra con el paso de los años. No solo por la imagen, el vestuario o el diálogo, sino por la forma de hacer que uno se quede con ganas de más. Más amor, más peligro, más Lolita. Y es ella la que hace que la historia te conmueva, sentir que tienes 14 años, cuando tus actos no eran más que fruto de la inocencia.

Muchas veces las miradas dicen más que las palabras. Esto añadido a contar con una escenografía muy cuidada de los años 40, y el tratamiento del color y adaptación al tiempo parecen desprendidos paso a paso de las páginas de Nabokov.

Con la historia podemos reflexionar sobre varios temas, como por ejemplo, hasta qué punto un suceso traumático en nuestra infancia nos puede marcar la edad adulta, y como éste puede desencadenar en una obsesión por recuperar esa parte de nuestra vida. El profesor es un hombre adulto, pero con corazón de niño, no tiene maldad, ni experiencia de ningún tipo, es una persona buena que se enamora de una niña que todavía está en la pubertad, pero que tiene mucha experiencia y sabe cómo manipular y sacar partido de su enorme sensualidad. Él sabe que lo que está haciendo no está bien visto y no es lo correcto, pero la quiere y no puede remediarlo. Por esto hay un punto en la película en que te paras a pensar y te preguntas: ¿Quién abusa de quién?, a veces parece que es el hombre maduro el que abusa de la niña, pero otras veces se ve claramente como es ella la que abusa de él...

El final esta excelentemente filmado sin caer en el ridículo, con un dramatismo y una angustia palpable. Con remordimiento, Humbert oye unos niños cantar y piensa que lo que más le dolía no era no tener a Lolita a su lado, sino la ausencia de Lolita en las risas de los niños. O como versaba la novela y cito literalmente: <<Y entonces supe que lo más punzante no era la ausencia de Lolita a mi lado sino la ausencia de su voz en ese concierto>>.

La gran baza de esta película es que no obvia los matices (“¡Acariciad los divinos detalles!”- decía Nabokov) y, por ello, en la conjunción de la melodía y las imágenes toca al espectador con un tono poético, desgarrado y trágico. A mí personalmente me impactó no solo por la banda sonora, o por cómo está contada sino por la historia en la que me siento reflejada, no por haber estado con un menor, sino por la sensación de angustia y enorme tristeza por un amor no correspondido e imposible de olvidar. En resumen: todo un deleite para los sentidos, tratándose de una de las más maravillosas obras de todos los tiempos. El pulso entre arte y tabú, donde por esta vez el tabú cedió...


martes, 10 de abril de 2012

¿QUÉ DIA ES HOY? Hoy es el día más largo… (LOS LUNES AL SOL)


              Ciudad al norte, costera, que dio la espalda al campo y se rodeó de industrias que la hicieron crecer de modo desproporcionado, a empujones, que la alimentaron a base de inmigración, y dibujaron en ella un horizonte de chimeneas, y futuros destierros, es el lugar donde un puñado de amigos, admiran el paso del tiempo y recuerdan los días venideros en su lucha por no dejar su puesto en los astilleros. Unos siguen inmersos aun en la batalla, otros sobreviven gracias a pequeños negocios, o al amor, los demás, como todos, siguen con los formularios, las listas de espera, las entrevistas, las colas del paro, en unas indefinidas y amargas vacaciones de cemento.

Con el film podremos ver con nuestros propios ojos como sería nuestra vida si no tuviésemos trabajo, ¿qué harías?, ¿quiénes estarían ahí para apoyarte?, ¿cómo te enfrentarías a ello? Seremos un vouyager de sus vidas, sus miedos, rabia, dolor, pero sobretodo de su unión en los bajos momentos. Cualquier persona en esta situación se siente de todo menos digna. El físico y la autoestima se deterioran alarmantemente y aquí se refleja perfectamente.  

La moraleja de la cinta no es nada del otro mundo, es sencillo; solo muestra el día a día de personas corrientes a los que les falló su medio para ganarse la vida de la noche al día. Seguramente no haya una experiencia más complicada para las personas que estar desempleado y necesitar un trabajo.

Sus protagonistas son personajes enfrentados a situaciones sociales injustas; su forma de rodar tiene un estilo documental con diálogos procedentes de los estratos sociales más bajos; el objetivo es golpear la conciencia del espectador y situarlo en su contexto. Los personajes están definidos, no son exagerados como pasa muchas veces en el cine comercial, te identificas con ellos y sus diálogos “de taberna” te hacen reflexionar sobre el sentido de la vida, la esclavitud del trabajo, y como las personas somos animales de costumbres.

Es mordaz en sus planteamientos, habla de emociones humanas en situaciones de agonía, de personas que ya no pueden distraerse viendo la televisión sino con el contacto de los que están en su misma situación, en donde siempre han estado, en el bar, en el banco de la plaza, o en el arruinado astillero al que dedicaron años de sus vidas, porque su situación es la de parados y su consuelo pasa por un símil de terapia de grupo y unos tragos de alcohol.

Cuando la necesidad entra por la puerta es mucho lo que salta por la ventana. Salta la autoestima, la fe, la confianza, el orgullo, el amor propio. Salta el buen humor, la alegría, y las ganas de mirar hacia delante. A cambio se instala ofensivamente la soledad, la tristeza… Así la ironía del destino se ríe en nuestras narices.

El desempleado crónico vaga con sus miserias por una ociosidad forzosa donde la vergüenza es su única compañera. Se sienta al sol de otro lunes más, ese lunes tan detestado por esos raros predilectos que tienen eso denominado trabajo. El sol de los lunes calienta, pero el que se sienta bajo sus rayos por no tener otra cosa que hacer, siempre lo recibe con más ironía que consuelo. La ironía de unas vacaciones indefinidas y sin sueldo, donde no se sabe si ese día alcanzará para llenar el estómago, para pagar las facturas, siquiera para seguir viviendo de prestado. Del bar a la calle, de la calle a un cuchitril con alquiler abusivo, del cuchitril a las atiborradas oficinas de empleo donde unos funcionarios repiten una y otra vez la misma cantinela monótona de burócratas. Y de nuevo al bar, cuyo propietario fue más afortunado, logró salir a flote, y ahora se mantiene con los desconsuelos de ellos al ahogarlas en alcohol. El bar es hogar, oficina y confidente, que noche tras noche es testigo de las “tajadas” que cogen de cuando en cuando para envalentonarse infructuosamente ante una dicha desalmada. Y testigo también de la amistad de los desdichados. Se oye charlas de esas personas que no tienen nada que perder, pero mucho por lo que luchar. Se ríen de ellos mismos, por no llorar de desesperación. Porque la risa es casi lo único que les queda cuando lo demás se desmorona, cuando sus sueños caen como ceniza entre los dedos, cuando los que les rodean observan un deterioro inexorable y destructivo, cuando no pueden engañarse más con la perspectiva de un empleo que no llegará. Son de esas personas demasiado intrascendentes para esa monstruosidad competitiva que son las contrataciones. Cuando aparentan algo que no son, cuando se les reclama lo que no tienen, cuando aceptan trapicheos y recurren a tretas penosas, descubren que la dignidad también se ha tirado por aquella famosa ventana, y es que cuando se traspasa el umbral de la indigencia y vislumbran a donde han ido a parar... No todos lo resisten.

Película que te concede un impagable pedacito de realidad. Cada diálogo, cada traspiés que el destino depara a los personajes, todo logra arrancarte una sonrisa, una lágrima... Resulta imprescindible para estos momentos de crisis, para recordar quién pierde cuando llegan las vacas flacas. Hay que ser feliz de tener un trabajo, pero también ser conscientes de los que no lo tienen y lo buscan desesperadamente. Yo no haré en distinciones, esta crítica está dedicada a todos, jóvenes, mayores, hombres, mujeres, inmigrantes... porque cada uno de ellos tiene un gran drama detrás. Mucha suerte, mañana será otro día.

jueves, 1 de marzo de 2012

FULL MONTY


Si se me permite me gustaría empezar por el final de la película y es que la gran moraleja que he podido extraer de la misma es que “el fin justifica los medios”. Esta película no trata solo de una comedia al uso como puede parecer en un principio, sino que tiene partes jocosas, melancólicas, sensibles... y sobre todo es intensamente humana.

Conmovedora y entrañable peripecia vital de un conjunto de obreros en paro, que para subsistir tomarán la impetuosa decisión de exponer sus cuerpos desnudos en un espectáculo de striptease. Pero inicialmente tendrán que vencer sus temores y timidez, para poder recobrar su orgullo, dignidad y malgastada autoestima.

A caballo entre la comedia ácida disparatada y el melodrama, “Full Monty” tiene la esencia del mejor cine inglés, trasgresor y políticamente incorrecto. Divertida y sentimental por partes iguales, “Full Monty” es capaz de divertirnos, sin perder de vista la penetrante odisea humana que atraviesan sus protagonistas. Ese entrañable pasaje de personajes con los que nos “hermanamos” y con los que, a pesar del envoltorio falso de comedia, participamos de sus problemas y los sentimos como muy nuestros.

Delicada y exquisita partida de ajedrez, donde todos los elementos de este universo encajan a la perfección de manera milimétrica. Su puesta en escena marcha con la precisión de un reloj suizo. Con una lustrosa banda sonora, de diestro y hábil uso dramático, y la impecable labor interpretativa de ese grupo de actores, encabezados por Robert Carlyle simplemente perfecto, un Mark Addy entrañable y por ese monstruo de la interpretación que es Tom Wilkinson.

Sería muy extensa la recapitulación de todas las secuencias únicas e impagables que navegan en el mar de este vitalista film, pero aún a riesgo de parecer repetitiva, quisiera destacar mis favoritas: La antológica cola del paro, el genuino portento de coreografía visual y narrativa, en agraciada simbiosis con la acompasada melodía de la Summer, y la exasperada confesión de un impagable Tom Wilkinson hacia sus camaradas, tras la fracasada entrevista de trabajo, de sublime esplendor dramático.

La sonrisa que se esboza para cubrir la calamidad, la sonrisa que se alza como estandarte para mantener a raya el vaivén de no tener un suelo firme donde apoyar los pies, o como careta para que los más pequeños a los que quieres proteger del miedo que acosa a los mayores para que no adviertan que la situación es tan grave, es una sonrisa con mérito propio sobre todo si es convincente, porque fingir un estado de ánimo que está lejos de lo que sientes realmente por dentro es condenadamente difícil. Esos obreros, no sólo tuvieron coraje para sonreír al mal tiempo, sino que además hicieron provisión de dureza para echarle un pulso a la adversidad. La necesidad agudiza los sentidos y el ingenio, y qué cierto es que el instinto de conservación es tan fuerte como para luchar con ferocidad, riéndose si hace falta de las fauces del destino.

El humor que brota de un grupo de parados que tienen familias que mantener y facturas que pagar y que para poder aguantar el golpe están dispuestos a superar el pudor y el decoro, es ese meritorio humor del bufón en horas bajas que brinda su mejor actuación cuanto más precaria es la estabilidad del suelo que pisa.

Es una cinta valerosa, con contextos hilarantes y extravagantes que dan coherencia al producto final. Nos pone a prueba en cada acto, en cada situación. Indaga en nuestros más profundos sentimientos hacia nuestros semejantes. Cuando la ves te sientes un poquito más cerca de los problemas a los que se enfrentan las personas a diario. El desempleo es y seguirá siendo un tema controvertido en la sociedad, aunque en esta película está tratado como un aspecto ineludible de la vida diaria (con rigurosidad, con algo de dramatismo, pero sin llegar a la tragedia). La película tiene momentos duros que pueden llegar a irritar al espectador. Tiene situaciones que nos arrancan risotadas imperecederas, que no se nos pasa ni estando en otro momento de la película. Si filmasen nuestros rostros mientras disfrutamos de la cinta, seguramente nos daríamos cuenta que llevamos el semblante de un enamorado, de una persona que se deja seducir por la profunda calidez de sus personajes. No hay villanos en "Full Monty", todos son personas entrañables haciendo lo imposible por sobrevivir en un mundo cruel y hermoso a la par.

Ante la desgracia del cierre de la fábrica que deja a muchos hombres en el paro, se da pie para que cada personaje busque la manera de recobrar la dignidad perdida y encontrar una salida vertiginosa para satisfacer sus necesidades. Así, la bola de nieve de la crisis se pone en marcha, y ante estómagos vacíos y rugientes, facturas sin pagar amontonadas y el posible riesgo de las custodias de los niños, sólo da lugar a medidas desesperadas. Vencer a la crisis con imaginación, con muchas ganas, y con el desnudo integral ofrecido para reunir dinero es un desafío tan desternillante como valeroso. Sus cuerpos no son esculturales, no son bailarines expertos y es sobrecogedora la vergüenza de lucirse como vinieron al mundo delante de las mujeres de la vecindad que los conocen, ya que ni una sola se perdería por nada una primicia tan insólita, descabellada, y conmovedora, que las hace sentir satisfechas y orgullosas de sus hombres, advirtiendo en ellas diversión, curiosidad y admiración por sus “luchadores”, que ponen más voluntad que belleza, que trabajan en su autoestima para vencer los obstáculos morales.

Aunque son hombres preocupados por sus familias y que poseen buena voluntad en sus actos, deciden con desesperación "darlo todo" en el sentido frívolo y superficial del exhibicionismo por dinero. Varias barreras se deben romper para dar rienda suelta a una salida hasta cierto punto estrafalaria pero que puede traer una solución parcial a las dificultades. Donde los personajes irradian simpatía, pero también los sinsabores surgidos de la situación que los lleva a hacer lo que hacen. Estos héroes reformulan sus estilos de vida para ofrecer lo mejor de ellos y brindar un concepto revalorizado de la imagen del hombre en la sociedad.

En resumen, recomendable como elección original que aborda un argumento tan entretenido como espinoso y que indudablemente nos dejará reflexionando sobre la autoestima, la desesperación y el rol del hombre en la sociedad.


jueves, 9 de febrero de 2012

Crítica Película Melaconlía...


La propia apertura ejemplifica esta película. La imagen de inicio es en esencia la misma: un primer plano de su actriz principal, el personaje que sufrirá el estado depresivo, abriendo un breve prologo que será contado mediante cámara hiperlenta y con una pieza musical clásica subrayándolo, con el preludio de Wagner de la obra Tristán e Isolda. Acto seguido: el título del filme y su director exactamente con el mismo estilo gráfico que en Anticristo.

Cabe destacar lo que para muchos espectadores (entre las que me incluyo) de Lars, resulta obvio, y es que no vas al cine a ver una película al uso, vas a disfrutar de los contrastes, de la pintura, de los detalles… en resumen, de la propia tristeza inherente a la vida humana. Eso que tantos pintores, escritores, poetas, escultores, han intentado hacer, Lars lo perfecciona y representa con un pragmatismo que deja estupefacto al espectador. La tristeza del creativo danés lo inunda todo. Y cuando digo todo, digo la propia película: depresión mayor, bipolaridad, maridos que aguantan de todo salvo “no mojar” la noche de bodas, padres crápulas, madres con traumas… No se salva ni el tato.  Todos los personajes son uno, van al mismo ritmo, a su lugar de destino. Carecen de particularidad e independencia. Son monigotes en manos de Lars. Con lo que: cuidado con las expectativas y la disposición mental para ir a verla.

"Melancolía" es una nueva joya que el danés suma a su filmografía, es extraña y fascinante y nos devuelve a aquel autor que en su anterior film “Anticristo” se recreaba en sus excesos para narrar una historia densa y salvaje sobre la naturaleza humana. Aquí la cosa va por debajo, podríamos decir que es más sutil, pero no por ello cae en lo blando.

En esta cinta disfrutarás como ya he dicho antes de DETALLES. La cámara al hombro, la fotografía del “poro” (hasta las venas del escote de la Dunst). Ese acercamiento físico del plano encaja a la perfección con un guion de estructura poco convencional (personajes de función no prefijada, explicación no dirigida, melodrama no instrumentalizado…). En resumen, se trata de una especie de postal cinematográfica con ansia digital y ralentizadora que además de ser estética es estática, pero siempre bajo una calma violenta, calma que hace pensar en qué momento llegará la tempestad.

Me ha llamado la atención la interpretación de la propia Dunst, quién quizás por otros papeles como en Spiderman, la reina Elisabeth o la sonrisa de mona lisa, tenía cierta incredulidad hacia su papel en una clase de película de este estilo, pero se ha superado, ha representado casi a la perfección la bipolaridad elevado a su máximo grado, la representación de la sensualidad, de la dulzura, esa clase de dulzura que puede llevarte a la locura, ella misma intentando entrar con todas sus fuerzas en la ficción de su propia boda, con ese marido perfectamente anodino y esos invitados transparentes. Y qué decir de Claire, esta mujer no representa papeles sino que que los encarna, se mete tanto en el papel que seguro termina por creérselo. Esta mujer debe de necesitar un período de desintoxicación cuando termina un rodaje, seguro!.

Melancolía es de esas películas que pasan una vez cada mucho tiempo. Haciendo memoria, solo recuerdo un par de películas parecidas de Terrence Malick con su árbol de la vida, y David Lynch con su mullholland drive. Y es que existe cierto paralelismo con la película “El árbol de la vida”, por lo que si esa película os emocionado y entusiasmado no dudéis en ver “Melancolía”. 

Supongo que el título de la película se trata de una metáfora que se usa para denominar a ese planeta de orbe caprichoso, aunque más que metáfora me sugiere un símil en toda regla.

Aunque no todo en la película es perfección por los cuatro costados, tiene fallos. En ciertos momentos se recrea en exceso. Eso que en principio puede entusiasmar al espectador con la pintura, la música… puede llegar a aburrirnos sobrenamente en una segunda parte de la misma. En cierta forma Lars ha perdido su tremendismo emocional. El golpe se hace previsible, no sé si por repetirse o por puro desgaste. Y este puede parecer un pequeño fallo, pero no, en este tipo de películas se trata de un fallo garrafal, uno no puede permitirse que en algún momento de la cinta se baje la guardia en la emotividad, en el sentimiento, ya que toda la cinta debería contar con sentimiento a raudales, con escrupulosa descripción.

El cine últimamente recurre mucho a Dios, al racionalismo, a la ciencia. Y en esta última fase es en la que andamos. Por ello, nos vemos solos y nos vemos poca cosa. Tras tanto objetivizar ya somos objetivos. Planetas y telescopios. Sentimos el dolor de las estrellas ardiendo por la noche, cuando dormimos. No pintamos nada. Las estrellas arden solas. Y nuestros refugios son palitos que ni el viento aguantan. Claro, algunos atarán cabos y dirán: De ahí la depresión del señor Lars. De ahí el tratamiento de la boda como una representación ritual absurda. De ahí la nada. De ahí todo. De ahí “Melancolía”.

En conclusión, “Melancolía” no es sólo una peli con un apoteósico final. Es una peli fascinante porque equilibra de forma absolutamente magistral su vertiente más reflexiva o sesuda (la bipolaridad de Justine) con una vertiente estética o formal poco menos que sublime. Y ahí radica, a mi juicio, su esplendor. En que la fascinante música de Wagner y las bellísimas imágenes que la envuelven no están ahí porque sí. Están ahí para arañar nuestros sentimientos. Nuestras emociones. Nuestros miedos. Nuestro dolor. Nuestro “yo” más profundo, íntimo y recóndito. Algo muy difícil de justificar racionalmente y que solemos definir (¡qué casualidad!) con el mismo nombre de esta peli: melancolía.

Es una peli que va desde dentro hacia fuera y viceversa. Porque abarca desde lo más profundo del ser humano (el decaimiento, la depresión, la melancolía…) hasta la que podría ser nuestra propia reacción ante una hecatombe a escala mundial. En este caso, el fatal impacto en la superficie terrestre de un asteroide denominado —como no— “Melancholia”. Un ambicioso y arriesgado planteamiento del que Lars sale victorioso, con un final simplemente grandioso y único, donde Lars nos muestra la auténtica cordura de Justine y su profunda humanidad. Maravilloso.

Cómo no podía ser de otra manera termino mi crítica con el mismo sabor de boca que me dejo la película, con una duda rondándome la mente, que no es otra que: ¿Querrá Lars Von Trier atormentarnos con un estado de abatimiento e infelicidad permanente?