martes, 10 de abril de 2012

¿QUÉ DIA ES HOY? Hoy es el día más largo… (LOS LUNES AL SOL)


              Ciudad al norte, costera, que dio la espalda al campo y se rodeó de industrias que la hicieron crecer de modo desproporcionado, a empujones, que la alimentaron a base de inmigración, y dibujaron en ella un horizonte de chimeneas, y futuros destierros, es el lugar donde un puñado de amigos, admiran el paso del tiempo y recuerdan los días venideros en su lucha por no dejar su puesto en los astilleros. Unos siguen inmersos aun en la batalla, otros sobreviven gracias a pequeños negocios, o al amor, los demás, como todos, siguen con los formularios, las listas de espera, las entrevistas, las colas del paro, en unas indefinidas y amargas vacaciones de cemento.

Con el film podremos ver con nuestros propios ojos como sería nuestra vida si no tuviésemos trabajo, ¿qué harías?, ¿quiénes estarían ahí para apoyarte?, ¿cómo te enfrentarías a ello? Seremos un vouyager de sus vidas, sus miedos, rabia, dolor, pero sobretodo de su unión en los bajos momentos. Cualquier persona en esta situación se siente de todo menos digna. El físico y la autoestima se deterioran alarmantemente y aquí se refleja perfectamente.  

La moraleja de la cinta no es nada del otro mundo, es sencillo; solo muestra el día a día de personas corrientes a los que les falló su medio para ganarse la vida de la noche al día. Seguramente no haya una experiencia más complicada para las personas que estar desempleado y necesitar un trabajo.

Sus protagonistas son personajes enfrentados a situaciones sociales injustas; su forma de rodar tiene un estilo documental con diálogos procedentes de los estratos sociales más bajos; el objetivo es golpear la conciencia del espectador y situarlo en su contexto. Los personajes están definidos, no son exagerados como pasa muchas veces en el cine comercial, te identificas con ellos y sus diálogos “de taberna” te hacen reflexionar sobre el sentido de la vida, la esclavitud del trabajo, y como las personas somos animales de costumbres.

Es mordaz en sus planteamientos, habla de emociones humanas en situaciones de agonía, de personas que ya no pueden distraerse viendo la televisión sino con el contacto de los que están en su misma situación, en donde siempre han estado, en el bar, en el banco de la plaza, o en el arruinado astillero al que dedicaron años de sus vidas, porque su situación es la de parados y su consuelo pasa por un símil de terapia de grupo y unos tragos de alcohol.

Cuando la necesidad entra por la puerta es mucho lo que salta por la ventana. Salta la autoestima, la fe, la confianza, el orgullo, el amor propio. Salta el buen humor, la alegría, y las ganas de mirar hacia delante. A cambio se instala ofensivamente la soledad, la tristeza… Así la ironía del destino se ríe en nuestras narices.

El desempleado crónico vaga con sus miserias por una ociosidad forzosa donde la vergüenza es su única compañera. Se sienta al sol de otro lunes más, ese lunes tan detestado por esos raros predilectos que tienen eso denominado trabajo. El sol de los lunes calienta, pero el que se sienta bajo sus rayos por no tener otra cosa que hacer, siempre lo recibe con más ironía que consuelo. La ironía de unas vacaciones indefinidas y sin sueldo, donde no se sabe si ese día alcanzará para llenar el estómago, para pagar las facturas, siquiera para seguir viviendo de prestado. Del bar a la calle, de la calle a un cuchitril con alquiler abusivo, del cuchitril a las atiborradas oficinas de empleo donde unos funcionarios repiten una y otra vez la misma cantinela monótona de burócratas. Y de nuevo al bar, cuyo propietario fue más afortunado, logró salir a flote, y ahora se mantiene con los desconsuelos de ellos al ahogarlas en alcohol. El bar es hogar, oficina y confidente, que noche tras noche es testigo de las “tajadas” que cogen de cuando en cuando para envalentonarse infructuosamente ante una dicha desalmada. Y testigo también de la amistad de los desdichados. Se oye charlas de esas personas que no tienen nada que perder, pero mucho por lo que luchar. Se ríen de ellos mismos, por no llorar de desesperación. Porque la risa es casi lo único que les queda cuando lo demás se desmorona, cuando sus sueños caen como ceniza entre los dedos, cuando los que les rodean observan un deterioro inexorable y destructivo, cuando no pueden engañarse más con la perspectiva de un empleo que no llegará. Son de esas personas demasiado intrascendentes para esa monstruosidad competitiva que son las contrataciones. Cuando aparentan algo que no son, cuando se les reclama lo que no tienen, cuando aceptan trapicheos y recurren a tretas penosas, descubren que la dignidad también se ha tirado por aquella famosa ventana, y es que cuando se traspasa el umbral de la indigencia y vislumbran a donde han ido a parar... No todos lo resisten.

Película que te concede un impagable pedacito de realidad. Cada diálogo, cada traspiés que el destino depara a los personajes, todo logra arrancarte una sonrisa, una lágrima... Resulta imprescindible para estos momentos de crisis, para recordar quién pierde cuando llegan las vacas flacas. Hay que ser feliz de tener un trabajo, pero también ser conscientes de los que no lo tienen y lo buscan desesperadamente. Yo no haré en distinciones, esta crítica está dedicada a todos, jóvenes, mayores, hombres, mujeres, inmigrantes... porque cada uno de ellos tiene un gran drama detrás. Mucha suerte, mañana será otro día.

1 comentario:

  1. Respecto a la película me encanto en su momento, creo que la describes con maestría (¡Que don de palabra caray!). Me gusta que hayas vuelto a este "el mundo de los blogs", que como puedo ver tenías un poco abandonado. Mucha suerte y ánimo en tu andadura blogera

    Daniel

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