viernes, 11 de febrero de 2011

"CARPE DIEM"


“La muerte es, en esencia, la extinción del proceso homeostático y por ende el fin de la vida”

Desde el nacimiento, una sola cosa será inevitable: en algún momento, vas a morir. Sin embargo, aún cuando morir es el único garante que sabemos que ocurrirá, nadie habla de ello. La muerte es un tabú. Y como no soporto los tabús, ¿por qué no hablar de ello? De pequeños nos dicen “¿qué quieres ser de mayor?” como si esto fuera algo seguro, nos incitan a consumir y consumir, a cuidar la figura, a contaminar nuestro cuerpo, mente y espíritu, pero de lo seguro…NADA! Por eso este artículo está dedicado a cada persona que teme a la muerte, a los que estamos vivos pero nos moriremos y a los que están muertos en vida.
 
Llevo días rondando pensamientos sobre la muerte y quería compartir este pensamiento con vosotr@s. Me planteé muchas preguntas, sobre el ciclo de la vida, sobre lo inevitable, sobre lo deseable, sobre lo que esperaba. Quizás pensé en ello por un problema de salud de alguien de mi círculo y así prepararme para una futura ausencia familiar; quizás porque puede ser un pensamiento natural que forma parte de la vida real, de la vida misma;  o quizás es una forma de prepararme “mentalmente” para mi propia muerte… 

Cuando era pequeña y me enteraba del fallecimiento de alguien, me parecía algo irreal, lejano y sentía que a mí nunca me pasaría. Luego con los años, mi mente asumió que algún día remoto moriría, pero creo que he empezado a comprenderlo hace poco. Mi alma asumió la muerte. Al principio la vi como mi enemiga, me quitaría a mis seres queridos, me quitaría el sentir, el tocar, correr, saltar, reír, mirar el mar... Me quitaría todo. Y eso me desesperaba.

La traba es no aprovechar el tiempo que tenemos. Es substancial vivir siempre con la idea de aprovechar todo al máximo, porque la vida es corta, se acaba y conviene tener calidad de vida.

Pensarán en qué necesidad tengo de angustiarme con esos pensamientos. Pero después de haberme peleado con ella, odiarla y posteriormente aceptarla, en mi opinión la muerte no puede ser nuestra enemiga. Para mí, es la que todos los días nos recuerda sonreír, soñar, respirar, perdonar, amar con toda mi alma, sin miedos. Si me muero por lo menos fuí capaz de dar, de entregar, de sentir.

En este momento cuando alguno me comenta: ¡Fulanito murió, pobre! pienso que todos vamos a morir, todos vamos a afrontar la muerte, a los 19 años, a los 52 años o a los 115 años. Pero TODOS moriremos. Así que el problema no es morir, pues todos pasaremos por eso. Algunos jóvenes, otros aún niños, muchos por enfermedad, o por vejez. La vida pasará fotos… los excesos pasarán factura… el desgaste orgánico pasa factura. Así que ese no es el problema. El problema es estar muerto en vida, no aprovecharla, no exprimirla al máximo. El problema es vivir con desidia, por inercia. No experimentarla, no saborearla.

Ayer, estaba en la ventana de mi casa y veía a muchas personas, unas entraban, otras salían, terminaban su trabajo, iban a sus casas… Y me preguntaba cuántas de esas personas, estaban muertas en vida, cuántas vivían con apatía, por lo que otras personas le habían dicho que era la mejor forma de vivir, haciendo lo que no les gustaba, soñando con ser cantantes, actores, jueces, y trabajando como médicos, mecánicos, dentistas... El mundo está del revés, hay mecánicos trabajando como médicos, y jueces trabajando como dentistas. Muchos no son felices, porque no están cumpliendo su vocación en la vida. 

Y la muerte es la que hace que reacciones, no tienes tiempo. Solo tienes esta vida, y no la estas aprovechando. Muertos en vida, hay muchas personas así. Ya están vacías, y no son capaces de ver un atardecer extasiados, ni pueden sorprenderse con una canción, todo es gris. 

Nacimos en una sociedad que nos enseña que para ser felices tenemos que cumplir unos objetivos predefinidos: nacer, crecer, estudiar, licenciarte en la universidad, trabajar en una compañía prestigiosa, tener mucho dinero, éxito y poder. Casarte con una persona importante y tener hijos importantes. Y realmente somos exitosos para la sociedad, pero estamos muertos en vida, si no somos capaces de ver más allá de esas cosas banales. 

Estamos muertos si no somos capaces de entregar el corazón. Estamos muertos si no somos capaces de extasiarnos con la naturaleza, con un abrazo, una mirada, una palabra. Estamos muertos si pensamos que el matrimonio son dos personas que se pertenecen, se juzgan y no permiten que la pareja crezca. 

Estamos muertos si no somos capaces de ver en la otra persona, más allá de sus malos modos, su rabia, su antipatía, un ser humano que ha tenido un mal día, o sufre y está deprimido.

La vida como nos la han enseñado es dura, triste, con envidia, egoísmo, dolor, desamor, pobreza, lucha. Pero lo que hemos olvidado es que en nuestro interior esta ese mundo que podemos crear lleno de alegría, felicidad, prosperidad, abundancia y dicha. Comenzando por nosotros mismos, construyendo un mundo interno fructífero, podemos comenzar a crear el universo que todos deseamos. El trabajo es duro, pero ya hay gente trabajando en cambiar las cosas. Así que únete.

¿Y la muerte? Es tu mejor aliada. Gracias a ella, puedes ver qué clase de vida quieres tener. Puedes seguir igual, total, morirás y todo se acabará. O puedes vivir cada día como el último realmente. Quizás mañana no estés, pero al menos hoy viviste intensamente. Si viviéramos 180 años habría una superpoblación mundial no habría suficiente para poder alimentar a toda la población. Nuestras vidas serian más monótonas, aburridas y repetitivas. Es el cuerpo quien muere no el espíritu. Todo lo que nace muere, es ley de vida, tratar de alargarlo o impedir la muerte sería algo irracional, antinatural, la muerte nos llega a todos y supongo que así debe ser.

Sé que para los que están enfermos, o se están muriendo, es duro. Es difícil, saber que dentro de poco te irás. Sienten dolor porque la vida se les va. ¿Pero saben qué? A todos se nos va la vida, y todos moriremos, aunque vivamos hasta los 100 años, moriremos, desapareceremos. Nadie quedará, todos pasaremos por ese momento. La muerte es sencillamente, lo único seguro que tenemos en la vida. Vivir cada día, como si fuera el último, con plena conciencia de cada segundo, disfrutar cada paso, y aceptar todo lo que ocurra con el mejor carácter posible. Lo ideal es que hasta que nos llegue la hora seamos capaces de vivir la vida,  sin pensar tanto en que pasará y siendo más conscientes del presente, de lo que acontece en cada instante, por muy cotidiano que parezca.

Pensáis que cuando morimos ¿ya no queda nada?, ¿dejamos de existir?, o ¿creéis que siempre queda esa cosa que llamamos alma que deja huella en lo terrenal?. Como dicen, la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Entonces ¡quizás sea eso! Solo quedan restos de energía de nuestro ser esparcidos por el mundo. Nuestra alma permanece de la manera que sea, en forma de energía, traducida en recuerdos, vivencias, ilusiones y esperanzas.

2 comentarios:

  1. Vaya........! Si que has llamado mi atención. Muy bien Silvia; muy bien! Bien echo! Ahora solo nos falta predicar con el consejo, porque aunque esa debería ser la postura; yo a la muerte no me etrevo a mirarla de frente.... yo no.
    Me gusta lo que haces......
    Un beso, tesoro!
    (Padrino)

    ResponderEliminar
  2. PADRI joooo... que mensaje tan cariñoso!!!, me encantó. Muchisimas gracias, ya ves lo que hace el aburrimiento, o "comerse tanto la cabeza" (una de dos). Me gusta que además opines, ¡genial! asi que apunta la dirección de blog eh? Un besito, te quiere "un huevón" tu ahijada.

    ResponderEliminar