No tenía pensado ver ninguna película anoche, y menos Lolita.
Pero me sabía mal que mi novio no hubiese visto la película “estrella” de mi
filmografía. Hace ya muchos años que leí y releí la novela de Nabokov, y puedo
decir sin temor a equivocarme que habré visto este film unas 10 veces… pues
bien, comencé a verla y no pude huir de la habitación. La primera escena
siempre me atrapa irremediablemente. Jeremy Irons dando bandazos en ese coche siempre
es demasiado para mí. Al volante de ese coche de
época que zigzaguea por una carretera que no lleva a ninguna parte, mientras un
revólver aún caliente se desliza en el asiento del copiloto y unos dedos
ensangrentados acarician una vieja horquilla.
Vamos que me la tragué enterita por onceaba vez.
Creo que dejé de respirar en cuanto Dominique Swain salió por
primera vez en escena, y cuando todo terminó, tenía un nudo en el estómago que
no me dejaba dormir.
Me pasa pocas veces, pero algunas películas me dejan una
sensación extraña, casi física, de “¿qué acaba de pasar delante de mis ojos?”.
Quiero volver a sentir lo que sentía cuando estaba viendo esa película. Quiero
que mi vida tenga una banda sonora de Morricone!!!
Esta mañana me ha dolido volver a la realidad. Siempre me
pasa lo mismo, así que siento la necesidad impetuosa de escribir sobre ella, de
pararme en esos pequeños detalles. Para bien o para mal ahí va mi reflexión…
La Lolita de Lyne es humana pero perversa, plagada de
excesos, apasionada, que puede reducir a sus protagonistas a un estereotipo burdo
y distante. Esta Lolita es tristemente una obra infravalorada, posiblemente por
la polémica, sufriendo el acoso y derribo de los sectores más reaccionarios de
una sociedad que no ve más allá del estereotipo de la historia de un hombre
maduro y una niña de 14 años.
Es un complejo y duro retrato de una obsesión. En el continuo
viaje de Humbert y Lolita vamos descubriendo las motivaciones que sienten el
uno por el otro, lo que en parte les ha unido, y lo que no puede separarles. El
carácter destructivo de ella y el autodestructivo de él crean una bomba que por
mucho que oculten explotará dañando a todos los que alcance.
En mi opinión el uso del personaje de Quilty lo que hace es
integrarlo en la historia a modo de perfil perverso de Humbret, de ahí su ensañamiento
al encontrarse con él. Logra aspecto de pervertido, con esas conversaciones
desde la oscuridad con Humbert, con las polillas quemándose, esas indagaciones
sobre la jovencita, el momento en que la conoce y la habla como invitándola es
“muy pederasta”. Humbert aparece como un personaje de moralidad confusa, de
perversidad cuestionable, pero con un halo romántico y patético que hace una
interpretación casi perfecta; brillante con esa mirada intensa que te da un
punzón en el corazón. Actor talentoso que afronta con absoluta solvencia este
rol de padrastro de la niña. Como un madurito obsesionado y ninguneado por una
cría, con un conflicto entre culpa y su obsesión por ella. Sus gestos y el
movimiento corporal que tiene, tan exacto, lo aleja de la imagen perversa que
se podría esperar, dotando a su personaje de una ternura y vulnerabilidad
estremecedora. Mientras Dominique Swain, es una mezcla de ternura y descaro, de
maldad e inocencia, de preciosura y desenfado. Espíritu de ninfa perversa,
felina, irascible, infantil, respondona, rebelde, muy espabilada para su edad,
manipuladora, fresca, sexual, pelirroja, perfecta, triunfadora, valiente,
conmovedora, despreciable, y poseedora de esa belleza triste. Por último
Griffith demuestra porqué llegó a tener el nombre que tuvo, ya que su Charlotte
es una auténtica cascada de matices, que consigue una incuestionable presencia
en su breve papel. Siendo una mujer con carácter, difícil de soportar.
La película es acompañada por un ambiente romántico que la
hace opresiva y bella. Me quedaría con multitud de escenas del film como el
principio de la película, Jeremy Irons sujetando con sus dedos una horquilla
como si de una criatura fascinante e inquietante se tratase; la escena de
Lolita con aire de perversa nínfula sujetando un manojo de plátanos
"irresistible"; el momento en que conoce por primera vez a Lolita
tumbada sobre el césped del jardín, quedándose fijamente mirándola,
absolutamente prendado de ella y cómo él es consciente de que en ese momento
sin saber cómo su vida acaba de dar un vuelco y de que de alguna manera a
partir de ahí se va a ver abocado a una zozobra emocional. Es precisamente ese
primer encuentro entre ambos lo que va a marcar el desarrollo de la película.
Otra escena muy cuidada es cuando están acostados. Gran idea oscurecer la
escena, no sólo por no enseñar nada, sino porque es el ambiente ideal para una discusión
fuerte. Y posteriormente cuando está reformada y embarazada, se ha casado y
madurado, y trata a su padrastro de manera fría y distante, sin concesiones de
ningún tipo, como si aparte de todo, le guardara rencor (como le dice al perro
"Despídete, dile adiós a mi papa"), no quiere cuentas con Humbert, es
agua pasada a pesar de que Humbert siga viéndola como su Lolita al margen de su
aspecto.
Debe tenerse en cuenta que la historia perversa de la
adolecente atrevida que es seducida por el marido de su madre, es un tema
sumamente delicado de abordar sin morbo. Y aun así logra un film nostálgico,
sutil, de belleza abrumadora, e intensa donde las haya, entremezclando un
delicioso baile: el pecado, la lujuria, el amor, la desesperación...
La dulzura con la que se narra esta historia ni siquiera se
acerca al empalago. Es emotiva, sincera y profunda. Su pequeña dosis de
erotismo sin caer en obscenidades gratuitas la hace más irresistible aún. Esta
carga erótica y de sensualidad son necesarias plasmar para llegar a entender el
drama y sufrimiento en que se ve inmerso su protagonista. Cada imagen parece
sacada de esos recuerdos que uno conserva de la infancia pero que se borra con
el paso de los años. No solo por la imagen, el vestuario o el diálogo, sino por
la forma de hacer que uno se quede con ganas de más. Más amor, más peligro, más
Lolita. Y es ella la que hace que la historia te conmueva, sentir que tienes 14
años, cuando tus actos no eran más que fruto de la inocencia.
Muchas veces las miradas dicen más que las palabras. Esto
añadido a contar con una escenografía muy cuidada de los años 40, y el
tratamiento del color y adaptación al tiempo parecen desprendidos paso a paso
de las páginas de Nabokov.
Con la historia podemos reflexionar sobre varios temas, como
por ejemplo, hasta qué punto un suceso traumático en nuestra infancia nos puede
marcar la edad adulta, y como éste puede desencadenar en una obsesión por
recuperar esa parte de nuestra vida. El profesor es un hombre adulto, pero con
corazón de niño, no tiene maldad, ni experiencia de ningún tipo, es una persona
buena que se enamora de una niña que todavía está en la pubertad, pero que
tiene mucha experiencia y sabe cómo manipular y sacar partido de su enorme
sensualidad. Él sabe que lo que está haciendo no está bien visto y no es lo
correcto, pero la quiere y no puede remediarlo. Por esto hay un punto en la
película en que te paras a pensar y te preguntas: ¿Quién abusa de quién?, a
veces parece que es el hombre maduro el que abusa de la niña, pero otras veces
se ve claramente como es ella la que abusa de él...
El final esta excelentemente filmado sin caer en el ridículo,
con un dramatismo y una angustia palpable. Con remordimiento, Humbert oye unos
niños cantar y piensa que lo que más le dolía no era no tener a Lolita a su
lado, sino la ausencia de Lolita en las risas de los niños. O como versaba la
novela y cito literalmente: <<Y entonces supe que lo más punzante no era
la ausencia de Lolita a mi lado sino la ausencia de su voz en ese
concierto>>.
La gran baza de esta película es que no obvia los matices
(“¡Acariciad los divinos detalles!”- decía Nabokov) y, por ello, en la
conjunción de la melodía y las imágenes toca al espectador con un tono poético,
desgarrado y trágico. A mí personalmente me impactó no solo por la banda
sonora, o por cómo está contada sino por la historia en la que me siento
reflejada, no por haber estado con un menor, sino por la sensación de angustia
y enorme tristeza por un amor no correspondido e imposible de olvidar. En resumen:
todo un deleite para los sentidos, tratándose de una de las más maravillosas
obras de todos los tiempos. El pulso entre arte y tabú, donde por esta vez el
tabú cedió...
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