jueves, 9 de febrero de 2012

Crítica Película Melaconlía...


La propia apertura ejemplifica esta película. La imagen de inicio es en esencia la misma: un primer plano de su actriz principal, el personaje que sufrirá el estado depresivo, abriendo un breve prologo que será contado mediante cámara hiperlenta y con una pieza musical clásica subrayándolo, con el preludio de Wagner de la obra Tristán e Isolda. Acto seguido: el título del filme y su director exactamente con el mismo estilo gráfico que en Anticristo.

Cabe destacar lo que para muchos espectadores (entre las que me incluyo) de Lars, resulta obvio, y es que no vas al cine a ver una película al uso, vas a disfrutar de los contrastes, de la pintura, de los detalles… en resumen, de la propia tristeza inherente a la vida humana. Eso que tantos pintores, escritores, poetas, escultores, han intentado hacer, Lars lo perfecciona y representa con un pragmatismo que deja estupefacto al espectador. La tristeza del creativo danés lo inunda todo. Y cuando digo todo, digo la propia película: depresión mayor, bipolaridad, maridos que aguantan de todo salvo “no mojar” la noche de bodas, padres crápulas, madres con traumas… No se salva ni el tato.  Todos los personajes son uno, van al mismo ritmo, a su lugar de destino. Carecen de particularidad e independencia. Son monigotes en manos de Lars. Con lo que: cuidado con las expectativas y la disposición mental para ir a verla.

"Melancolía" es una nueva joya que el danés suma a su filmografía, es extraña y fascinante y nos devuelve a aquel autor que en su anterior film “Anticristo” se recreaba en sus excesos para narrar una historia densa y salvaje sobre la naturaleza humana. Aquí la cosa va por debajo, podríamos decir que es más sutil, pero no por ello cae en lo blando.

En esta cinta disfrutarás como ya he dicho antes de DETALLES. La cámara al hombro, la fotografía del “poro” (hasta las venas del escote de la Dunst). Ese acercamiento físico del plano encaja a la perfección con un guion de estructura poco convencional (personajes de función no prefijada, explicación no dirigida, melodrama no instrumentalizado…). En resumen, se trata de una especie de postal cinematográfica con ansia digital y ralentizadora que además de ser estética es estática, pero siempre bajo una calma violenta, calma que hace pensar en qué momento llegará la tempestad.

Me ha llamado la atención la interpretación de la propia Dunst, quién quizás por otros papeles como en Spiderman, la reina Elisabeth o la sonrisa de mona lisa, tenía cierta incredulidad hacia su papel en una clase de película de este estilo, pero se ha superado, ha representado casi a la perfección la bipolaridad elevado a su máximo grado, la representación de la sensualidad, de la dulzura, esa clase de dulzura que puede llevarte a la locura, ella misma intentando entrar con todas sus fuerzas en la ficción de su propia boda, con ese marido perfectamente anodino y esos invitados transparentes. Y qué decir de Claire, esta mujer no representa papeles sino que que los encarna, se mete tanto en el papel que seguro termina por creérselo. Esta mujer debe de necesitar un período de desintoxicación cuando termina un rodaje, seguro!.

Melancolía es de esas películas que pasan una vez cada mucho tiempo. Haciendo memoria, solo recuerdo un par de películas parecidas de Terrence Malick con su árbol de la vida, y David Lynch con su mullholland drive. Y es que existe cierto paralelismo con la película “El árbol de la vida”, por lo que si esa película os emocionado y entusiasmado no dudéis en ver “Melancolía”. 

Supongo que el título de la película se trata de una metáfora que se usa para denominar a ese planeta de orbe caprichoso, aunque más que metáfora me sugiere un símil en toda regla.

Aunque no todo en la película es perfección por los cuatro costados, tiene fallos. En ciertos momentos se recrea en exceso. Eso que en principio puede entusiasmar al espectador con la pintura, la música… puede llegar a aburrirnos sobrenamente en una segunda parte de la misma. En cierta forma Lars ha perdido su tremendismo emocional. El golpe se hace previsible, no sé si por repetirse o por puro desgaste. Y este puede parecer un pequeño fallo, pero no, en este tipo de películas se trata de un fallo garrafal, uno no puede permitirse que en algún momento de la cinta se baje la guardia en la emotividad, en el sentimiento, ya que toda la cinta debería contar con sentimiento a raudales, con escrupulosa descripción.

El cine últimamente recurre mucho a Dios, al racionalismo, a la ciencia. Y en esta última fase es en la que andamos. Por ello, nos vemos solos y nos vemos poca cosa. Tras tanto objetivizar ya somos objetivos. Planetas y telescopios. Sentimos el dolor de las estrellas ardiendo por la noche, cuando dormimos. No pintamos nada. Las estrellas arden solas. Y nuestros refugios son palitos que ni el viento aguantan. Claro, algunos atarán cabos y dirán: De ahí la depresión del señor Lars. De ahí el tratamiento de la boda como una representación ritual absurda. De ahí la nada. De ahí todo. De ahí “Melancolía”.

En conclusión, “Melancolía” no es sólo una peli con un apoteósico final. Es una peli fascinante porque equilibra de forma absolutamente magistral su vertiente más reflexiva o sesuda (la bipolaridad de Justine) con una vertiente estética o formal poco menos que sublime. Y ahí radica, a mi juicio, su esplendor. En que la fascinante música de Wagner y las bellísimas imágenes que la envuelven no están ahí porque sí. Están ahí para arañar nuestros sentimientos. Nuestras emociones. Nuestros miedos. Nuestro dolor. Nuestro “yo” más profundo, íntimo y recóndito. Algo muy difícil de justificar racionalmente y que solemos definir (¡qué casualidad!) con el mismo nombre de esta peli: melancolía.

Es una peli que va desde dentro hacia fuera y viceversa. Porque abarca desde lo más profundo del ser humano (el decaimiento, la depresión, la melancolía…) hasta la que podría ser nuestra propia reacción ante una hecatombe a escala mundial. En este caso, el fatal impacto en la superficie terrestre de un asteroide denominado —como no— “Melancholia”. Un ambicioso y arriesgado planteamiento del que Lars sale victorioso, con un final simplemente grandioso y único, donde Lars nos muestra la auténtica cordura de Justine y su profunda humanidad. Maravilloso.

Cómo no podía ser de otra manera termino mi crítica con el mismo sabor de boca que me dejo la película, con una duda rondándome la mente, que no es otra que: ¿Querrá Lars Von Trier atormentarnos con un estado de abatimiento e infelicidad permanente?